Me levanté demasiado temprano, para ser domingo, hacía demasiado frío, sentía la humedad en mis huesos y el abrigo no conseguía reestablecer mi temperatura corporal.
Como cada año, en apenas un par de horas estaba en Guadalupe, pequeña localidad extremeña que tengo siempre en mi cabeza desde mi niñez. He visto los pequeños cambios que ha sufrido, desde aquellas fotos bebiendo agua fresca de la fuente de la plaza, fuertemente agarrada por mis hermanos con intención de que "la peque" no se cayera o incluso, haciéndola creer que la iban a arrojar a la fuente; hoy esa misma fuente luce tan bonita como antaño... pero extraño las calles de arena de antes.
Levantas la mirada, un leve giro y ante ti se alza el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe
Dentro, la virgen que da nombre al lugar, pequeña imágen morena que aparece y desaparece del altar mayor.El motivo de este pequeño "escondite" es la posibilidad de ver en el Camarín a la virgen a menos de dos metros de distancia, acercarte a ella y...
Sentada en un banco, absorta en mis pensamientos, miro dulcemente a mi virgen, ella sabe por qué estoy aquí, ella conoce el por qué la visito cada año.
Hay momentos y circunstancias en los cuales la vida hiere y desconcierta, instantes en los cuales todo se pone en cuarentena porque me siento herida y desbordada... mi familia, mis buenos amig@s, mi carácter y personalidad me ayudan... pero con ella es diferente, ella me acoge, me recibe siempre, me consuela, me entiende, me regaña, me alegra, me ayuda a que mi corazón descanse... a que lo que pienso, lo que siento y lo que hago vayan de la mano, siguiendo el mismo camino.
Continúo en el interior de la iglesia, concentrada en mi mundo interior...una pequeña melodía me saca de mis pensamientos, unos bancos detrás un hombre completamente vestido de blanco canta a la virgen, dulce melodía que me hace sonreir y me devuelve a mis reflexiones.
Con la tranquilidad que siempre me llevo de este lugar, es hora de despedirme de ella, no es un adiós, siempre la llevo conmigo...
Vuelvo a la plaza, ha salido el sol, me concedo unos minutos para disfrutar de esa suave sensación del sol en mi cara. Quiero disfrutar un poco más de Guadalupe, un paseo por sus calles, algunas compras para la familia y las amigas...
Antes de la comida, un pequeño receso en los bares de la localidad, disfrutando de unas cañitas o un buen vinito de pitarra, todo acompañado por unas estupendas tapas que inviatan a sentarse a comer, ¿dónde? en la Hospedería, con un poco de suerte, si la lluvia no vuelve a aparecer disfrutaré de una mesa en el claustro.
Antes de empezar, una tapita de morcilla de quico, típica extremeña, luego una ensaldada de gulas, nueces y queso cabra caliente del valle de Ibor, a continuación, paletilla de cabrito al horno con patatas panaderas, pimiento y cebolla asadas de guanición.
Ha sido un buen día, es hora de regresar a Toledo, mi trayecto de vuelta me lleva por esos lugares donde hace años jugaba con mis primos, o disfrutaba de fiestas de pequeños pueblos con amigas, incluso vuelvo al pueblecillo donde hace años empecé como maestra... pero eso es otra historia.
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