Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en palabras.
Cuida tus palabras, porque se convertirán en actos.
Cuida tus actos, porque se convertirán en costumbres.
Cuida tus costumbres, porque forjarán tu carácter.
Cuida tu carácter, porque formará tu destino.
Y tu destino será tu vida.
Ghandi

domingo, 7 de febrero de 2010

La dificultad de recibir

"Da lo que tienes para que merezcas recibir lo que te falta" 
(San Agustín)

 
                                                                                            Archivo Personal Celia
El universo está compuesto  por dos corrientes. La primera es la expansión, el rigor, la disciplina, la conquista. La segunda es la concentración, la meditación, la entrega. Consulta tu corazón para comprender que son estas dos energías las que lo hacen latir, contraerse y expandirse al mismo ritmo.
Los actos de dar y recibir, aunque en realidad sean opuestos, forman parte del mismo movimiento constante.
No es mejor el que da con generosidad ni peor el que recibe con alegría. El amor es el fruto de estas dos cosas, ilustremos estas palabras con una bella historia:
"Un leñador, acostumbrado al arduo trabajo de la tala de árboles, terminó casándose con una mujer que era exactamente su opuesto: delicada, suave, capaz de elaborar lindos bordados con sus dedos gentiles. Orgulloso de su esposa, él se pasaba todo el día en el bosque, realizando su trabajo, para que nada faltase en la casa.
Vivieron juntos durante muchos años y tuvieron tres hijos, que crecieron, se casaron y fueron a vivir a lugares lejanos. La pareja continuaba en la misma cabaña, pero, mientras el hombre se sentía cada vez más fuerte como consecuencia de su trabajo, la mujer empezaba a debilitarse. Su estado de salud empeoró de tal manera que ya  no podía levantarse  de la cama.
El marido ya no sabía qué hacer. Y una noche  se puso a llorar:
-No me dejes- decía sollozando-.
¡Te necesito!
El brillo de los ojos de la mujer pareció retornar:
-¿Y sólo ahora me lo dices? En el momento en que nuestros hijos crecieron y partieron, yo sentí que mi vida había perdido su sentido. ¡Tú siempre fuiste tan independiente!
-Me daba vergüenza recibir tu cariño. Siempre me pareció que no merecía todo lo que hacias por mí.
A partir de ese día, la mujer se fue recuperando, volvió a caminar por el bosque y a realizar sus bordados. Su vida había vuelto a tener sentido porque alguien la necesitaba. Ella era capaz de recibir lo mejor que alguien le podía dar: su amor."
(Paulo Coelho)

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